El odio es un veneno que corroe,
un dolor que hiere y que destruye,
es una llama que consume y que agota,
y que nos deja vacíos y sin vida.
El odio nos ciega y nos confunde,
nos aleja de lo que es bueno y justo,
nos hace ver enemigos donde hay amigos,
y nos sumerge en un mundo de tinieblas.
El odio es una enfermedad del alma,
que nos carcome y nos desgarra,
que nos hace sufrir y sufrir a otros,
y que nos lleva a lugares oscuros y solitarios.
Pero si logramos vencer el odio,
si encontramos el camino del amor,
podemos sanar nuestras heridas,
y volver a encontrar la luz y la esperanza.
Así que dejemos atrás el odio,
y abracemos la paz y el perdón,
porque sólo así podremos vivir en armonía,
y encontrar la felicidad que anhelamos.
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