Como el río que fluye hacia el mar,
nuestro amor se mueve, sin detenerse,
cada encuentro es un renacer,
un amor que siempre volverá a nacer.
Como el río que fluye hacia el mar,
nuestro amor se mueve, sin detenerse,
cada encuentro es un renacer,
un amor que siempre volverá a nacer.
En cada latido, tu nombre se escribe,
en cada aliento, mi amor te susurra,
juntos, el tiempo nunca se esconde,
y nuestro amor florece, a diario se suma.
En la ciudad de luces y sombras,
Caminando solo por calles de asfalto,
Donde los sueños se cruzan y chocan,
Busco respuestas en este laberinto alto.
Y en el café de las almas perdidas,
Encuentro historias, risas y heridas,
En esta vida que nunca se olvida,
Busco un rincón donde el alma se anida.
En el rincón oscuro de mi memoria,
Guardo secretos y amores del ayer,
Como una melodía lenta y notoria,
La vida me enseña a vivir y a querer.
Las calles hablan en susurros callados,
Mientras el tiempo se escapa entre las manos,
Y en este mundo de sueños desvelados,
Sigo buscando respuestas en los pasos errados.
Bajo el cielo estrellado de esta ciudad,
Donde el amor y el desamor se entrelazan,
Cada esquina guarda una realidad,
Que en mis canciones, a veces, se deslizan.
Y en el café de las almas perdidas,
Encuentro historias, risas y heridas,
En esta vida que nunca se olvida,
Busco un rincón donde el alma se anida.